domingo, 20 de marzo de 2016

A vueltas con el laicismo

Hablar en estas fechas de laicismo parece un sindiós, pero que fechas más oportunas que estas para hablar de ello.

España, según el artículo 16,3 de la Constitución de 1978, es un estado aconfesional (según algunos autores, laico positivo), es decir, un estado, al igual que el resto de sus socios europeos, exceptuando Grecia y Malta, que no tienen una religión oficial.

No es lo mismo aconfesional que laico, ese matiz es muy importante:

La condición de Estado laico supone la nula injerencia de cualquier organización o confesión religiosa en el gobierno y las instituciones del mismo, ya se trate del poder legislativo, el ejecutivo o el judicial. En un sentido laxo un Estado laico es aquel que es neutral en materia de religión por lo que no ejerce apoyo ni oposición explícita o implícita a ninguna organización o confesión religiosa.

Sin embargo un Estado aconfesional, como el nuestro, es aquel que no se adhiere y no reconoce como oficial ninguna religión en concreto, aunque pueda tener acuerdos (colaborativos o de ayuda económica principalmente) con ciertas instituciones religiosas.

A pesar de la diferencia, lo que tienen en común es el no reconocimiento explícito de religión alguna como oficial u oficiosa.

Durante estas últimas semanas, a raíz de la presentación de mociones de índole laicista en muchos ayuntamientos de toda nuestra geografía, hemos leído en las redes, prensa escrita, radio y televisión declaraciones en contra de esas mociones de lo más manipuladoras y desafortunadas. La “bestia” de la intolerancia religiosa, desgraciadamente tan presente e nuestro país, se ha despachado a su gusto.

Seguramente nadie de los que ha insultado y vilipendiado haya leído dichas mociones. No les ha importado interesarse por su contenido concreto, de haberlo hecho, no hubiesen realizado las desafortunadas afirmaciones del tipo:

Quieren acabar con la Semana Santa”

Quieren quitarle la calle a Sor Angela”

Quieren que la procesión del coño insumiso salga en semana santa”

Cuanta vileza, cuanta maldad y cuanta mentira

Aquellos que declaramos que España debe ser un Estado laico, lo hacemos desde el más profundo respeto a las creencias individuales de las personas, y vamos mas allá, porque creemos firmemente que el Estado y sus instituciones deben velar y garantizar que esas creencias puedan ser practicadas con absoluta libertad.

Así mismo, creemos en la absoluta separación Iglesia-Estado, por lo que entendemos que las autoridades de las religiones lo son para esta, no así para Estado y, por lo tanto, no pueden tener esa consideración como hasta ahora.

También creemos que las autoridades civiles, que representan a todos los ciudadanos, ni deben ni pueden presidir actos religiosos de cualquier índole en su condición de representante institucional.

Entendemos que el nomenclátor de una ciudad debe de responder a un homenaje o recuerdo a una persona, institución, y no a un solo sentimiento religioso.

Eso es lo que dicen las mociones presentadas y no, lo siento, no queremos cerrar la iglesias, ni queremos dejar de ver y, muchos de nosotros, participar en las hermandades y cofradías de nuestras ciudades.

Error, grave error, nosotros amamos y respetamos tanto o más que otros nuestras tradiciones, porque como ya he dicho con anterioridad, laicismo significa respeto y tolerancia, el que otros, desde la intolerancia y la mentira no tienen.

Rafael Luna

Sec. General

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